Cuando mires atrás, sé amable.
Reconoce dónde estás, gracias a todo lo pasado.
Todo lo recorrido te ha traído hasta aquí. También las dificultades, los problemas y a lo que tuviste que renunciar.
No siempre la senda fue clara, a veces dudamos, nos encontramos fuertes pendientes y piedra suelta que nos impedían avanzar, estuvimos cansados y tuvimos que parar más de lo esperado, varios tropiezos y alguna caída… pues el camino es largo y da para mucho.
Y aquí estás. Sigues en el camino que es lo más valioso. Cada día, da igual que año sea, tienes una nueva oportunidad.
Sigue avanzando, con la confianza de quien ha recorrido un largo tramo y sabe que puede seguir caminando.
Haz balance pero, no te olvides que lo has hecho lo mejor que has podido, lo mejor que sabías.
Cuando mires atrás, sé amable contigo mismo, porque cada paso que diste fue la mejor elección en ese momento.
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